Suspenden ritual de Voladores de Papantla en Veracruz por prevención de accidentes

El tradicional ritual de los Voladores de Papantla fue suspendido de manera temporal en el municipio de Veracruz, como medida preventiva para evitar riesgos de caída u otros accidentes entre los participantes.

El alcalde Celestino Pino Guevara precisó que la suspensión únicamente aplica para el “palo volador” ubicado en el atrio de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, considerado el principal en la ciudad. Esta decisión se tomó tras una inspección realizada por Protección Civil estatal, solicitada por los propios voladores.

Según el informe, la estructura presenta oxidación en los estribos (escalones) y requiere reparaciones adicionales que serán evaluadas por un grupo de especialistas. Mientras tanto, el ritual continuará en otros puntos del municipio donde los palos se encuentran en condiciones óptimas.

Pino Guevara indicó que ya se ha solicitado un diagnóstico técnico detallado para iniciar la rehabilitación del poste central y garantizar la seguridad de los danzantes.

Medidas tras accidente en Tihuatlán

Esta decisión forma parte del refuerzo de medidas preventivas, luego del accidente ocurrido el pasado 27 de junio en la comunidad de El Águila, en el municipio de Tihuatlán, donde cinco voladores cayeron desde una altura de más de 10 metros durante la ceremonia.

Tras lo ocurrido, la gobernadora Rocío Nahle García ordenó la revisión integral de todos los “palos voladores” en el estado por parte de la Secretaría de Protección Civil, con el objetivo de evitar nuevos incidentes.

El alcalde informó que tres de los cinco voladores lesionados ya fueron dados de alta, mientras que los dos restantes permanecen hospitalizados, aunque se reportan estables.

¿Cuál es el origen de los voladores de Papantla?

El ritual de los voladores de Papantla tiene raíces profundas en la cosmovisión indígena mesoamericana, especialmente la totonaca. Nació como una ceremonia para pedir lluvia durante una época de sequía extrema. La leyenda cuenta que cinco jóvenes fueron elegidos para buscar el árbol más alto del bosque, que se transformaría en el palo volador como ofrenda para los dioses, en particular Xipe Tótec, deidad de la fertilidad.

El ritual simboliza el equilibrio del universo: cuatro voladores representan los puntos cardinales y el quinto, el caporal, el centro. Descienden girando trece veces cada uno, sumando 52 vueltas, que representan los años del calendario mesoamericano. El caporal interpreta melodías con flauta y tambor desde lo alto, invocando a las fuerzas naturales.

El mástil, tradicionalmente de chicozapote, es elegido y cortado mediante una ceremonia con ofrendas y respeto al espíritu del árbol. Los voladores visten trajes vivos que evocan aves tropicales, el arcoíris y la fertilidad.

Reconocido en 2009 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, este ritual sigue siendo una expresión viva y espiritual en comunidades como Papantla, más allá de su adaptación turística.

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